Matt Kenyon desafía a los lectores de EL PAÍS

Por: Roberta Bosco y Stefano Caldana | 06 de junio de 2013 – Entrada original en EL PAÍS

Actualizaciones: 6 junio 16 horas (…al final del texto).

Detalle de «Supermajor» o la antigravedad según Matt Kenyon.

Cultura popular, nuevas tecnologías y activismo con un marcado enfoque crítico hacia las corporaciones y las herramientas del poder, se mezclan en las obras de Matt Kenyon, artista originario de Luisiana y profesor en la Universidad de Michigan, además de fundador de SWAMP (Studies of Work Atmosphere and Mass Production) y ‘viejo’ conocido del Silicio.

Su último desafío es Supermajor, un proyecto del que se ha expresamente negado a revelar el funcionamiento, con el objetivo de que el público deje la imaginación libre de encontrar respuesta a un fenómeno, a primera vista inexplicable.

Supermajor, que a partir de mañana se expone en el Museum of Contemporary Art de Detroit (MOCAD), se plasma en una instalación formada por una acumulación de antiguas latas de aceite para motor, de las que mana un pequeño chorro que parece desafiar la ley de la gravedad, ya que en lugar de caer, remonta la cuesta para volver a las latas.

Os dejamos unos vídeos para analizar personalmente un fenómeno que según el artista no oculta ningún truco.

Aunque no quiere ofrecer ninguna pista sobre el fenómeno, Matt Kenyon desafía los lectores de EL PAÍS a averiguar su funcionamiento, asegurando que no ha descubierto la antigravedad. Por supuesto no hay un hilo o un manguito que mueve el aceite, ya que -como se puede apreciar en el segundo vídeo- una persona puede interrumpir con un dedo la circulación del líquido oleoso. “La grabación no es el resultado de un efecto óptico y asistir en vivo al acontecimiento resulta aun mucho más sorprendente”, afirma Kenyon.

El artista desmiente asimismo que Supermajor funcione coordinando la frecuencia de una fuente de sonido con la de una vídeo cámara, como se puede ver en un popular vídeo que circula en la red, en el cual gracias a un efecto especial un chorro de agua parece volver a la fuente. Si así fuera, asegura Kenyon, el efecto sería visible exclusivamente en la grabación y no se podría percibir presencialmente.

Matt Kenyon, conocido en España por haber ganado la edición 2004 de los premios VIDA de arte realizado con técnicas y conceptos de vida artificial, organizados por la Fundación Telefónica, con Spore 1.1, indica que hay varias posibilidades de ver Supermajor a lo largo de este verano. Ahora mismo y hasta el 16 de junio se puede ver en la exposición Rings of Saturn, en el marco de WRO 2013, la 15ª edición de la célebre Media Art Biennale de Wroclaw (Polonia). En este muestra  participan también la bilbaína Yolanda Uriz Elizalde con la instalación interactiva ~~Kulunka~~ y Hector Rodríguez con la vídeo instalación Gestus.

«Supermajor» en WRO 2013, Media Art Biennale.

Supermajor es un término inspirado en las Seven Sisters, las Siete Hermanas de la industria petrolera, que dominaron el sector entre las décadas de 1940 y 1970”, explica al Silicio Kenyon. El artista es autor de una amplia investigación basada en el análisis de los vídeos del derrame de la plataforma Deepwater Horizon de BP, que en 2009 se hundió en el golfo de México vertiendo una increíble cantidad de petróleo y causando uno de los mayores daños ecológicos en los ecosistemas marinos de la historia. “Hay una fe macabra que esta abundancia de combustibles fósiles no puede terminar”, se asombra Kenyon. “La evacuación violenta y aparentemente interminable del petróleo en el agua está crudamente contrastada con el oro líquido similar a la miel, que se derrama de una lata de aceite. Es fascinante como el chorro no controlado de la materia se transforma luego en un producto doméstico tan dócil”, indica el artista, cuyo interés es también abrir el debate sobre las posibles alternativas energéticas al pertróleo.

A partir del 12 de julio, Supermajor se podrá ver también en Dublín en la exposición Illusion, comisariada por el profesor Richard Wiseman en la Science Gallery y en el mes de septiembre participará en el Festival 404 de Rosario en Argentina.

Como anunciamos al principio, a partir de mañana Supermajor se presenta en (In)Habitation, una exposición comisariada por Gregory Tom para el Museum of Contemporary Art de Detroit (MOCAD). La selección, que incluye también obras de Jason J. Ferguson y Osman Khan, reconsidera el significado de objetos domésticos y cotidianos como una planta, una mesa o una silla, a través de intervenciones que les otorgan nuevos connotados.
Detroit, durante muchos años capital de la industria automovilística estadounidense, parece ser el lugar idóneo para exponer las obras de Kenyon, que además nos explicó como el MOCAD se convirtió en un museos a partir de la reestructuración de un antiguo concesionario de coches.

«Cloud» de Matt Kenyon, nubes con formas de casas en MOCAD.

Además de Supermajor, Kenyon presentará también otras tres obras: Puddle, Spore 2.0, una nueva versión del premiado Spore 1.1 y una actualización de Cloud, un proyecto que se expone en Estados Unidos por primera vez. La pieza consiste en un dispositivo que llenará el MOCAD de nubes con formas de casas, creadas con una mezcla de surfactante, helio y aire comprimido. Estas masas de espuma que suben y bajan se convierten en una crítica al impacto ecológico de las actividades industriales y de las corporaciones multinacionales, cuyos intereses favorecen el calentamiento global y la contaminación. Por otro lado las nubes en forma de casa amplían la reflexión al mercado inmobiliario estadounidense con su meteórico ascenso y su reciente dramática caída.

«Puddle» de Matt Kenyon en MOCAD. Charcos de líquido ferrofluido y textos reivindicativos.

Puddle, que literalmente significa charco, se enfrenta a “lo que vemos como el núcleo común del discurso sobre la política energética de Estados Unidos: el aceite”, según Kenyon. La obra consiste en una instalación, que utiliza un líquido ferrofluido muy parecido al aceite de motor para evidenciar sobre el suelo textos reivindicativos y nombras de vehículos deportivos, que se materializan en la poza aceitosa, cuando las pisadas de alguien se les acercan.

Finalmente Spore 2.0 es una versión actualizada respecto al original Spore 1.1 de 2005. En este caso la protagonista es una planta, cuyos riegos están controlados por los movimientos bursátiles de la industria inmobiliaria. Sin embargo en este caso el equipo informático ha sido sustituido por una aplicación para móviles, creada por el propio Kenyon, que funciona con una batería microbiana alimentada por los mismos organismos que viven en la tierra. “La idea de esta nueva versión es evidenciar la caída de la burbuja inmobiliaria. En 2005, en el apogeo de la especulación inmobiliaria la planta solía morir por demasiada agua, un efecto que nos ha revelado cómo los excesos resultan letales en cualquier circunstancia”, concluye el artista.

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Una libreta subversiva (28 Mar 2013)

Actualizaciones:
6 Junio (16 horas): Matt Kenyon asegura que aún no quiere desvelar los detalles del funcionamiento de Supermayor, porque el objectivo de la obra, más allá del entretenido recurso visual, es impulsar el debate sobre las alternativas energéticas al pertróleo. Sin embargo sus palabras sugieren que quizás la explicación de la luz estroboscópica no sea del todo correcta, así que nos enviará un nuevo vídeo para seguir alimentando el debate.
Matt Kenyon: «I’d like to refute the light idea by sending you a video of Supermajor operating in different conditions-such as operating in a room without an external light source«.
Ya que hoy está muy ocupado con el montaje su obra, que se inaugurará mañana en el MOCAD de Detroit, añade: «After the MOCAD show opens perhaps I can send you a video addressing some of the comments posted about the work«.

Un coro a capella de 18 gatos (…hidráulicos)

Por: Roberta Bosco y Stefano Caldana | 23 de mayo de 2013 – Entrada original en EL PAÍS

«Pendulum Choir» de Michel y André Décosterd. Golden Nica Interactive Art 2013. Foto: Xavier Voirol.

Es una escultura viviente, una performance sonora y sobretodo una obra realmente atípica. Se trata de Pendulum Choir, flamante ganadora del Golden Nica el premio más prestigioso y cuantioso (10.000 euros) de las artes digitales, que el Ars Electronica Festival de Linz (Austria) otorga anualmente a los proyectos y creaciones artísticas basadas en las nuevas tecnologías.
El Ars Electronica Festival y su director Gerfried Stocker, no dejan nunca de sorprender con su valoración de lo que consideran interactividad y, jugando una vez más con el factor sorpresa, este año han otorgado el galardón para el Arte Interactivo a una pieza que mezcla elementos mecánicos y cuerpos humanos.

Pendulum Choir es lo más parecido a una máquina musical orgánica de grandes dimensiones, formada por nueve voces a capella y 18 gatos … y, aunque pueda parecer extraño hablando de un festival donde a menudo las nuevas tecnologías se mezclan con la vida real, esta vez no estamos hablando de felinos. Los 18 gatos del título son máquinas hidráulicas que controlan los movimientos, la distribución espacial y las sonoridades de esta extraña escultura orgánica, formada únicamente por cuerpos humanos.

Sus creadores son los hermanos suizos Michel y André Décosterd, respectivamente músico y arquitecto, además de artistas plásticos, que en 1997 fundaron el grupo Cod.Act para desarrollar creaciones que mezclan performance e instalación en diálogo con sonido y movimiento. El origen de Pendulum Choir se encuentra en su obra anterior, Ex Pharao, una reinterpretación de la opera Moses und Aaron del compositor austriaco Arnold Schönberg, convertida en una gran instalación que el público puede modificar, alterando en tiempo real parámetros como sonido y dramaturgia.

Concebido como un enorme órgano que respira e interpreta el funcionamiento de los pulmones, Pendulum Choir es un organismo vivo, cuyas sonoridades cambian en respuesta a los movimientos de las plataformas hidráulicas, concebidas como un diafragma mecánico. Esta plataformas influyen en la capacidad de los cuerpos para generar sonidos, que varían en relación a fuerzas físicas como la gravedad con la que tienen que enfrentarse los coristas atados a los brazos hidráulicos.

«Pendulum Choir» de Michel y André Décosterd. Foto: Xavier Voirol.

“La configuración mecánica genera limitaciones físicas en los cantantes y, como consecuencia, en su forma de cantar. Este parámetro plástico crea nuevas e inesperadas sonoridades. Del mismo modo, hemos intentado incluir la fuerza de gravedad y la aceleración de las fuerzas sobre los cantantes”, explican los hermanos Décosterd. “Estos fenómenos son bien conocidos en la mecánica, pero son poco estudiados en relación a las composiciones musicales. El concepto de una masa sonora de cuerpos humanos en movimiento, pasando por una distorsión natural bajo el efecto de fuerzas físicas trae a la mente un órgano vivo. Evoca un músculo o un organismo que suena en relación con sus distorsiones. El movimiento del coro desafía constantemente la cohesión de las voces y su densidad”, indican los artistas para definir una escena que se parece a un extraño ritual, casi un viaje abstracto desde el primer hasta el último aliento.

Para Pendulum Choir los hermanos Décosterd han concebido una pieza musical basada en los poemas de Virgilio, Ovidio y Horacio y se han centrado en el formato a capella, reinterpretando a través de la tecnología los parámetros que se suele emplear en estos coros para armonizar las sonoridades generadas por las voces. Generalmente en un coro a capella se suele mantener una distribución espacial de las voces graves y agudas en una estructura a escala y todo el coro suele situarse paralelo a la disposición de los instrumentos. En Pendulum Choir estos parámetros se transforman y la instalación se centra más en el significado de la respiración y los movimiento de los cuerpos, que se expresan a través de diferentes estados físicos. De ese modo los sonidos del conjunto varían en relación a las deformaciones de los cuerpos sometidos a distintas fuerzas de gravedad. La musicalidad de la pieza abarca un abanico que va desde sonidos abstractos y repetitivos hasta fragmentos más líricos y narrativos.

La Bohème de los gusanos

Por: Roberta Bosco y Stefano Caldana | 09 de mayo de 2013 – Entrada original en EL PAÍS

«Microscopic Opera» de Matthijs Munnik se expone en el European Media Art Festival (EMAF).

¿Pueden los microorganismos ser también performers? Probablemente no, pero convertirlos en tales es lo que se ha propuesto el joven artista holandés Matthijs Munnik con Microscopic Opera, una instalación interactiva para gusanos.
El proyecto ha sido desarrollado gracias al Artist & Designer 4 Genomics Awards, un premio de producción que pretende estimular el mestizaje entre los artistas y el mundo del bioarte, a través de temas como la sostenibilidad, la bioinformática y la conservación de los recursos, promovido por la Waag Society, junto con las instituciones Netherlands Genomics Initiative (NGI), el Centre for Society and Genomics (CSG) y el Naturalis Biodiversity Centre.

La pieza de Munnik, que el pasado mes de marzo ganó también los 10.000 euros que concede el festival de arte digitales Prix Cube de París, se presenta hasta el 24 de mayo en la sección expositiva de la 26ª edición del prestigioso European Media Art Festival (EMAF) de Osnabrück, en Alemania.
Para ser científicamente correctos, los protagonistas de la instalación son unos Caenorhabditis elegans, inofensivos organismos de no más de un milímetro de longitud, que suelen vivir inadvertidos en la tierra. Sin embargo, a pesar de ser unos perfectos desconocidos para la mayoría de la población, se trata de unos de los organismos más populares en los laboratorios científicos y médicos de todo el mundo, por su versatilidad en las investigaciones genéticas y especialmente en la genética del desarrollo. Sidney Brenner, el primero que descubrió las potencialidades de estos gusanitos recibió nada menos que el Premio Nobel por sus hallazgos.

Caenorhabditis elegans, el «nematoda» performer de Matthijs Munnik.

La instalación Microscopic Opera se compone fundamentalmente de cinco placas de Petri, unos pequeños contenedores de laboratorio en forma de disco, en los que viven unos ejemplares de Caenorhabditis elegans, cuyos movimientos, capturados y ampliados a través de microscopios, son proyectados en unas pantallas grandes. Simultáneamente un software desarrollado por Munnik, interpreta en tiempo real cada movimiento de los gusanos, generando una composición cuyas sonoridades imprevisibles y siempre variables resultan muy parecidas a las de una ópera.

¡Es cierto! Ya estamos otra vez con el tema de los animales y la tecnología, un polémico binomio tan frecuente que se puede definir indisoluble, por la regla de los dos opuestos tan diferentes que finalmente se atraen. Podemos prever las tradicionales quejas de los puristas que nos acusarán de no entender lo que es arte. Sin embargo, como demuestran las cuevas de Altamira y Lascaux, los animales son presentes y recurrentes en las prácticas artísticas, desde el arte rupestre del Paleolítico, así que no debería resultar extraño que también los nuevos medios se quieran medir con este tema.

Si queremos debatir, en nuestra opinión mejor sería centrarse en el arte contemporáneo más tradicional, donde a menudo los animales se han convertidos en victimas sacrificales para lograr un determinado efecto visual y desatar la polémica en los medios de comunicación. Para mencionar algunos ejemplos, tan sólo hace falta recordar destacados artistas como Maurizio Cattelan, Jan Fabre o Damien Hirst con sus ardillas, caballos, cucarachas, gatos y tiburones descuartizados y embalsamados.

Lo que nos parece más fascinante de las nuevas tecnologías es el papel innovador que se otorga a los animales de esta suerte de bodegones digitales, un ámbito donde no se premia lo estático (mejor dicho lo momificado) y el paradigma se basa en participación y vitalidad. No es un caso que VIDA sea también el nombre de un prestigioso concurso, organizado por Fundación Telefónica, que cada año en Madrid reparte cuantiosos premios entre los más innovadores proyectos tecnológicos basados en conceptos y técnicas de vida artificial.

A lo largo de tantos años de Ciberp@is y ahora con el Silicio, hemos aprendido a reconocer los animales como respetadas y cuidada mascotas de artistas y parte integrante y viva de sus obras.
Es el caso de Javier, Pablo y Catalina, las caracolas mensajeras de Boredomresearch, del burro tecnológico de Cristian Bettini, de la conejilla fluorescente de Eduardo Kac o las más recientes moscas tuiteras de David Bowen.

El significado del trabajo de Matthijs Munnik se debe buscar en su afán por descubrir inéditas cualidades en estos gusanos, célebres por ser el primer organismo multicelular cuyo genoma se pudo secuenciar por completo. “Fue absolutamente asombroso descubrir que estos gusanos se mueven de una forma completamente distinta en relación a sus características genéticas. Algunos se mueven en espiral, otros en rodillo y los hay incluso que se convierten en obesos mórbidos a causa de una mutación”, explica Munnik. Precisamente por este motivo el artista ha creado una instalación con cinco placas de Petri, que le permiten mantener separados los organismos que se mueven de forma distinta. Luego el software, desarrollado también por el artista, mezcla en tiempo real los sonidos en que se han convertidos los movimientos de los gusanos, proporcionando a sus vidas una nueva vertiente teatral y performativa. “Son performers, inconscientes de serlo. Para estos organismos, los científicos son como dioses que les controlan la vida hasta su última división celular, en cambio yo he intentado darles la posibilidad de desempeñar un papel real y mucho más cercano en nuestras vidas”, concluye Munnik.

Una libreta subversiva

Por: Roberta Bosco y Stefano Caldana | 28 de marzo de 2013 – Entrada original en EL PAÍS

Detalle de las líneas de «Notepad» (Matt Kenyon, SWAMP).

A primera vista parece una simple libreta de notas amarilla. Sin embargo recientemente ha sido adquirida para formar parte de la colección del MoMA de Nueva York.
Para percibir el significado de la obra y entender el motivo por el cual uno de los más célebres museos de arte contemporáneo del mundo ha decidido pasarla a la posteridad, hay que mirarla con mucha atención. Y para hacerlo hace falta una lupa de lo más potente, ya que a simple vista no es tan fácil darse cuenta de que las líneas marcadas en cada página de la libreta en realidad son nombres y palabras.

El proyecto, bautizado previsiblemente Notepad, se ha convertido en un arma de doble filo, una especie de caballo de Troya que sus creadores, Matt Kenyon y Douglas Easterly del colectivo estadounidense SWAMP, han conseguido introducir en el Congreso de los Estados Unidos y que ahora sus representantes están utilizando -de forma totalmente inconsciente- para tomar notas y apuntes gubernamentales.

Lo que los senadores no saben es que las líneas del centenar de libretas esparcidas por sus oficinas están formadas por letras extremadamente diminutas, que de forma microscópica detallan los nombres de todas las víctimas civiles iraquíes de los tres primeros años de la guerra contra Irak. Se trata por tanto de una acción de activismo político que utiliza un objeto artístico para conseguir deslizar en el corazón mismo del poder gubernamental estadounidense los datos no deseados y no reconocidos por los órganos de dicho poder.

Con motivo de la reciente muestra monográfica de SWAMP en el Katzen Museum de Washington, Matt Kenyon acaba de realizar una nueva edición de estas libretas, que tiene en cuenta la invasión estadounidense de Afganistán, enriquecida con las aportaciones procedentes de la divulgación de información confidencial llevada a cabo por WikiLeaks. La nueva edición de Notepad ha sido necesaria también porque se agotan paulatinamente a medida que los artistas van exponiéndolas, ya que en cada ocasión invitan el público a utilizarlas, llenándolas con mensajes dirigidos al Congreso de los EE. UU. “La nueva edición se expone en forma de una gran tarima, construida apilando centenares de libretas para obtener una impactante escultura que visualiza la enorme magnitud de las muertes civiles”, nos explica Matt Kenyon.

El colectivo SWAMP (Studies of Work Atmosphere and Mass Production) trabaja temáticas que abarcan desde la vida artificial al activismo, con un especial interés en las nuevas tecnologías. Sus obras a menudo denuncian el impacto ecológico de las actividades industriales y los intereses de las corporaciones multinacionales, como Cloud, centrado en la crítica del calentamiento global y la contaminación. Cloud o Aotearoa, que en el lenguaje maorí se puede traducir como “la tierra de la larga y blanca nube”, es una instalación que consiste en una maleta misteriosa desde cuyo interior sale una nube que se levanta y va ganando altura por sí sola.
Las nubes se producen mediante una mezcla de surfactante, helio y aire comprimido, que, al abrirse la maleta, genera pequeñas masas de espuma, que se dispersan en la atmósfera a medida que van subiendo.

«Tardigotchi» y «Docking Station» de SWAMP.

Entre sus trabajos más premiados destacan las piezas que desarrollan el tema de la vida artificial como el Tardigotchi, una mascota virtual que combina vida biológica y digital en un objeto único parecido a un Tamagotchi. En su interior vive un tardígrado, u oso de agua, un organismo de ocho patas del tamaño de un milímetro, resistente a cualquier condición ambiental y que se nutre de musgos, cuya vida puede alcanzar los 100 años.

Inspirado en el célebre Tamagotchi de los noventa, el Tardigotchi, creado en colaboración con Tiago Rorke, permite interactuar con Gotchi, una mascota virtual del verdadero tardígrado que los artistas han bautizado Steven. Su espacio vital es una bola de latón dividida en dos mitades: en una se controla y visualiza en una pequeña pantalla la vida de Gotchi, la criatura virtual, que representa el avatar de Steven, el organismo que vive en una bola de agua en la otra mitad de la esfera. La vida y la actividad del tardígrado se observa a través de la mini cúpula de cristal que delimita su mundo.

Cuando el Tardigotchi se expone al público, es posible influir en su vida por medio de la Docking Station y una aplicación que conecta por Bluetooth al Tardigotchi con su página en Facebook. Una vez acoplada la Docking Station, una especie de unidad de alimentación que proporciona al tardígrado líquidos y partículas de musgos, a la esfera del Tardigotchi, el usuario puede controlarla alimentando el organismo desde el espacio expositivo y también remotamente a través de Facebook.

«Spore 1.1» de SWAMP.

Finalmente Spore 1.1, un proyecto en la misma línea, que mezcla los ecosistemas y los mercados financieros, ganó la edición 2004 del premio VIDA 7.0, el concurso organizado en España por Fundación Telefónica, que reconoce las creaciones artísticas concebidas con técnicas, tecnologías, estrategias y conceptos de vida artificial. Spore 1.1, que consiste en una planta cuya vida depende de las fluctuaciones bursátiles, visualiza de forma irónica la influencia de la economía en nuestro ecosistema. Organismo biológico y robot, al mismo tiempo, el proyecto funciona en relación con las cotizaciones de los mercados de valores, que activan el mecanismo de riego sólo si las acciones están en alza, de lo contrario la planta no recibe agua.

Un artista de ciencia ficción

Por: Roberta Bosco y Stefano Caldana | 25 de marzo de 2013 – Entrada original en EL PAÍS

Detalles del instrumental de «Different Ways to Infinity» de Félix Luque.

Una computadora, que ha adquirido un cierto grado de inteligencia y empieza a sublevarse. Un gran dodecaedro, a primera vista tan sólo una escultura, que parece tener vida propia y un laboratorio científico, que a través de sus instalaciones aparenta establecer un diálogo entre la física cuántica, la teoría del caos y el significado de infinito. Parecen elementos sacados de la trama de una novela de ciencia ficción, en el más puro estilo Bradbury, pero estamos hablando de arte digital y de un creador español, Félix Luque Sánchez, que está consolidando cada vez más su presencia en los escenarios internacionales.

Originario de Oviedo y afincado en Bruselas, Félix Luque ha desarrollado una línea de investigación artística muy personal, que plasma en grandes instalaciones, caracterizadas por una estética cercana al mundo de la ciencia ficción. Se trata de obras, que despliegan una peculiar narrativa, equilibrando distintos recursos desde objetos esculturales y vídeos hasta herramientas tecnológicas. “Cada elemento es como si fuera una pincelada de una historia que permite al público conectar con ellos de forma consciente o inconsciente, según su cultura cinematográfica y literaria”, explica Luque, que cuenta -en todas sus creaciones- con la colaboración de Iñigo Bilbao, un artista asturiano, especializado en animaciones 3D y diseño industrial.

El elemento escultórico formado por dodecaedros de «Different Ways to Infinity».

Félix Luque acaba de presentar una nueva pieza, Different Ways to Infinity (DWI), que se ha estrenado en la exposición Natures Artificielles, en el marco del festival VIA de Maubeuge en Francia. DWI, que seguirá itinerando en el país trasalpino durante el mes de abril en el festival Exit de Creteil y desde mayo en Lille, es una instalación que se estructura como un imaginario laboratorio científico, formado por tres ámbitos. En los dos primeros se encuentran una serie de impresiones digitales y animaciones 3D, que reproducen extraños experimentos físicos y un instrumental, parecido a un sintetizador, cuyas señales se visualizan a través de un osciloscopio y se difunden por unos altavoces. Inspirado en la teoría del caos y los experimentos del físico y matemático holandés Hendrik Lorentz, el sintetizador genera formas fractales que se visualizan en unos monitors, controladas por potenciómetros capaces de modificar sus parámetros de modulación en tiempo real.
El tercer elemento está formado por una gran escultura, compuesta por unos dodecaedros, cuyas formas geométricas sugieren las potencialidades para expandirse de manera infinita hasta llenar todo el espacio a su disposición, como si se tratara de una entidad autónoma. El público descubrirá que esta entidad, a primera vista inerme, está dotada de actitudes y comportamientos, como la capacidad de generar pautas lumínicas, en respuesta a la presencia de los visitantes. Todo el conjunto desarrolla unas narrativas inusuales, que transcienden lo real para explorar e investigar entre magia y ciencia, en un juego de interacción con el público.

El elemento escultórico de Different Ways to Infinity tiene un estrecho vinculo formal con Chapter I: The Discovery, una de las primeras piezas de Félix Luque, que en 2009 se exhibió en LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón.
Enigmático e inquietante como el monolito de 2001. Una odisea del espacio del cineasta Stanley Kubrick, el protagonista de Chapter I: The Discovery es una escultura geométrica brillante y opalescente, un objeto no identificado también con forma de dodecaedro, cuya silenciosa presencia y los regulares destellos que emite sugieren de forma inequívoca un origen alienígeno.

«Chapter I: The Discovery» el enigmatico dodecaedro alienígeno de Félix Luque.

También la puesta en escena de Chapter I: The Discovery cuenta con distintos espacios y una serie de vídeos que escenifican el momento del descubrimiento del misterioso dodecaedro, inmortalizado en lugares ficticios de la Tierra, mientras reproduce incasablemente las mismas pautas de luces, como en un estado de permanente espera.
Una actitud, que acaba siendo alterada por la presencia de los humanos, ya que cuando alguien se acerca a la escultura, ésta reacciona emitiendo unos códigos de luz y sonido como si quisiera establecer algún tipo de comunicación.

“Mi propósito es emplear el potencial simbólico de esta figura para que mentalmente, consciente o inconscientemente, se asocie con imágenes de esta subcultura popular”, indica Luque, haciendo referencia al dodecaedro en relación al imaginario de la ciencia ficción, desde Moebius, Philip K. Dick o Arthur C. Clarke. El artista destaca también como la simbología del dodecaedro se refleja en el arte y la cultura en general, desde las teorías sobre la génesis del cosmos de los pitagóricos y el Renacimiento, cuando artistas y científicos se interesaron ampliamente por los sólidos platónicos y por el dodecaedro en particular, como demuestran los célebres dibujos de Leonardo da Vinci.

Después de recibir una Mención de honor en los Prix del Ars Electronica Festival de 2010, por Chapter I: The Discovery, Luque continúa sus investigaciones sobre la inteligencia artificial de las máquinas con Nihil Ex Nihilo, una instalación que el pasado mes de noviembre fue galardonada con el Technological Art Award 2012, en la cuarta edición del la bienal Update de Gante en Bélgica.

«The Dialogue» uno de los espacios de la Instalación «Nihil Ex Nihilo».

Nihil Ex Nihilo profundiza en el desarrollo de espacios híbridos estructurados alrededor de elementos instalativos y narrativos, que requieren la participación del público, invitado a experimentar con la percepción de la obra en diferentes escenarios. Nihil Ex Nihilo se desarrolla alrededor de una idea básica. ¿Qué sucedería si un ordenador, que forma parte de una red global de máquinas alienadas a una entidad maestra, adquiere un cierto grado de inteligencia y empieza a sublevarse?
A través de diferentes soportes entre audiovisuales, elementos esculturales y animaciones en 3D, esta instalación cuenta la historia de SN W8931CGX66E, un ordenador como muchos otros, cuyas tareas se enmarcan en una esfera de trabajo empresarial. Como muchas otras maquinas infectadas SN W8931CGX66E se ha convertido en un zombi controlado por terceros, que le obligan a llevar a cabo, involuntariamente,  actividades ilegales y ciber crímenes. Todo esto hasta el día en que, a raíz de una alteración electrónica, el ordenador explotado toma un cierto grado de conciencia y empieza a desarrollar una suerte de inteligencia artificial, que dará un vuelco a su vida.

Este recorrido narrativo se puede experimentar en tres distintos espacios. The Transformation, pone en escena a través de una documentación audiovisual el momento de la mutación de SN W8931CGX66E, que le llevará a transformarse desde su matriz original a una forma semi-neuronal. The Dialogue se articula en unas grandes pantallas digitales, donde fragmentos de texto, que se desplazan rápidamente, materializan el flujo de datos que se origina entre la entidad pensante y otros equipos de la red. El intercambio de mensajes entre ellos se puede ver y escuchar en tiempo real en este espacio. The Monologue, el último elemento de esta instalación, consiste en la grabación sonora de un monólogo de SN W8931CGX66E. Escuchándolo es posible percibir como la máquina descarrila progresivamente hacia una suerte de delirio. “Mi instalación es una narración entrecortada de ese proceso de transformación y mi enfoque desarrolla la fase de delirio en la que entraría una máquina sujeta a tal proceso”, explica Luque y añade “En mi proyecto me centro en las redes de spam y los botnets. Me interesa porque es un caso paradójico: como idea de ciencia ficción resulta aterradora, pero en nuestra realidad cotidiana se traduce en una incursión en nuestra intimidad que no pasa de ser anecdótica”.

Encontramos muy fascinante la aproximación de Félix Luque, que mezcla arte y nuevas tecnologías con el mundo de la ciencia ficción. Un mestizaje que surge principalmente de su interés por este ámbito, en el que confluyen disciplinas muy distintas desde la literatura y los comics hasta las producciones cinematográficas. “La relación entre arte que utiliza tecnología y la ciencia ficción me ha parecido siempre muy natural y lógica”, nos explica Luque. “Es un terreno en el que me siento cómodo para desarrollar todas las cuestiones que me interesan artísticamente. En realidad siempre me ha sorprendido que esta conexión no haya sido explorada más a menudo de forma explícita por más artistas. Para mí una de las razones es que a menudo el arte digital peca de ‘demostrativo’ en su relación con la tecnología, que emplea”, concluye el artista.